13/8/22

Discos para una república invisible XXIV


En algún momento de mediados de los setenta Little Feat pudieron haberse convertido en la banda más importante del sur norteamericano. O al menos, si me apuran, al nivel de esos nombres hoy considerados fundamentales para el devenir de la música yankee. La falta de fortuna -imprescindible en estos casos- y la prematura muerte de su bigger-than-life líder Lowell George tirarían por tierra cualquier oportunidad de acabar en el olimpo de los elegidos. Quedarían, eso sí, ocho discos monumentales, cada cual más redondo que el anterior, antes de que la banda se reformara en 1987 bajo idéntico nombre aunque, obviamente, diferente capitán. Pero esa es, por supuesto, otra historia.

De aquella primera hornada clásica es el debut de 1971 el que mejor se amolda a la categoría de verso libre, isla dentro del océano Little Feat. No se trata sólo de que sea el único sin la participación en el diseño de Neon Park, responsable de las icónicas y surrealistas ilustraciones que cubrirían el resto de las referencias de la banda. Es también el bocado interior. Una música que echa mano de los mismos ingredientes que marcarían el resto de la producción de la banda angelina: rock, country, blues, R&B. Pero en vez de mezclarlos en la coctelera hasta crear ese brebaje de americana primigenia prefiere mantenerlos en su versión más cruda.

Así Forty-For Blues / How Many More Years cumple lo que se título promete. Un blues abrasado que podría haber firmado el mismísimo Howlin Wolf. Strawberry Flats es en cambio un zarpazo de puro country-rock. Entre los Stones del Exile y los Lynyrd Skynyrd más melosos. De hecho son sus satánicas majestades la referencia que más viene a la cabeza al escuchar Little Feat. Su rock vehemente y enraizado marca buena parte de los surcos del debut de George y compañía. No es claro una copia como tal. Más bien un molde con el que encarrilar ese primer intento en el estudio de los angelinos.


Ahí está Willin', el clásico por antonomasia de los Feat, para confirmar que estamos antes algo más que la enésima formación a rebufo de Jagger, Richards y compañía. La canción aparece aquí, eso sí, despojada del halo soul que marcarían la grabación canónica incluida en Sailin' Shoes o la lectura en directo de Waiting for Columbus. Puro country-folk rajado, podría pasar de hecho como una grabación en solitario del propio Lowell George. Un remanso en un álbum que prácticamente se olvida de pisar el freno hasta el final. Cortes como Crack In Your Door, Hamburger Midnight o Crazy Captain Gunboat Willie pillan la delantera, mientras Truck Stop Girl, I've Been On y Takin' My Time son las encargadas de poner el latido y la emoción al lote.

No es por tanto Little Feat disco menor. De hecho cualquiera de las bandas que recorrería la geografía americana durante aquellos setenta hubiera matado por firmar un disco así. Pero, claro, estamos hablando de los Little Feat. Capaces de elevarte a la gloria divina y descender al instante siguiente al susurro de la tierra. Profundos como The Band y aventureros como los Grateful Dead. Furiosos como los Allman Brothers y originales como los nunca-del-todo-valorados-como-se-merecen Hot Tuna. Tanto es así que no estaría de más comenzar a considerar a los californianos como la verdadera encrucijada de la música americana. Su capacidad para dar cobijo bajo una misma carpa a todas las tradiciones del mapa sonoro yankee apenas tendría parangón. Y para colmo contaban con una de las voces más dulces y poderosas de la escena. Lo dicho, insuperables.


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