15/2/15

Hiss Golden Messenger, la iglesia del pantano


Comentaba MC Taylor que Dylan no tenía razón cuando, en su profético discurso del otro día, aseguraba que ya no había músicos con swing. “Aquí tienes una banda con groove, Bob” reivindicaba el líder de Hiss Golden Messenger antes de atacar Saturday's Song. La canción, plácida y balsámica en su versión de estudio, pasó como un vendaval por el escenario del Bush Hall. Las botas llenas de barro, el bajo marcando el pulso y la voz de Taylor cantando como un profeta de un pantano del sur de Estados Unidos. Lo que había sido una de las canciones más redondas de la temporada pasada se convertía en un rayo en el que los teclados de Phil Cook hacían las veces de negros nubarrones.

Algo parecido le ocurrió a Mahogany Dread, despojada de su beat original aunque generosa en las guitarras. Resulta curioso comprobar cómo mucho asocian a Hiss Golden Messenger con la etiqueta folk, cuando lo suyo tiene más altura, enjundia y alcance. Sí, cierto es que MC Taylor atesora en su currículum un disco como Bad Debt, herencia Nebraska, folk espartano, de chimenea y leña ardiendo. Sin embargo, los que hayan visto el vídeo de la banda en el show de David Letterman estarán todavía frotándose los ojos. Southern Grammar es puro fuego soulero, con nada que envidiar a un jovencito Stevie Wonder o al Otis Redding más enérgico. Taylor, consciente de que la victoria está en la unión, reclama como suyos ambos caminos. Versiona una canción de James Taylor y otra de Waylon Jennings pulsando la tecla del groove, se deja llevar en Sufferer (Love My Conqueror) por el ritmo serpeante del bajo y la batería. Mezcla el mojo sureño de JJ Cale con el funk del Bronx, suena campestre y rodado, quemado por el asfalto y tocado por los ángeles de la iglesia del delta del Mississippi. The Band y Neil Young, Sly & The Family Stone perdidos en las llanuras de Texas.

Todo ello parece explotar en el reciente EP de la banda, un tríptico en miniatura, biblia de bolsillo para los que se acerquen por primera vez a la música de Hiss Golden Messenger. La propia Southern Grammar abre el disco con una versión en directo, sección de viento y coros a lo The Marvelettes incluídos. Le sigue He Wrote The Book, rompiendo los diques suavemente con cada golpe de piano, desembocando en un océano en el que los estilos se funden en la voz de Taylor. El artista vuelca todo lo aprendido en estos años de carretera y lo transcribe en unos pocos versos. “And though the storm's passed over and the sun is in it's place, it's been a long time and the rain, how I know it”. El antiguo y el nuevo testamento de la música americana hechos canción. El Dylan amish, Bon Iver volviendo de un retiro en la montaña, Matthew E. White fundando su propio credo. He Wrote A Book es una plegaria a la tierra y los campos, a lo pequeño y lo mayor, a la siguiente piedra en el camino.

Aseguraba el propio artista que todo grupo de Carolina del Norte que se precie debería tener una canción gospel en su repertorio. Él, por no romper la tradición, había comenzado el concierto en Londres desde el fondo de la sala, casi a escondidas, con la simple ayuda de una guitarra acústica y entonando una y otra vez aquella pregunta. “Brother, Don't You Know The Road?”. Puro himno salvífico, herencia The Staples Singers, negritud de capilla y altar. A su lado, haciendo piña, sus compañeros de banda, respondiendo como una congregación. “Yes, my brother, I know the road”. Y vaya si conocían la senda. Una vez enfilado el escenario convirtieron el salmo en rock&roll, la ternura soul en un duelo de guitarras a lo Lynyrd Skynyrd. Una iglesia de puertas abiertas a la que todo el mundo parece estar invitado.

Visto así, el ambiente parecía perfecta para que sonara Devotion, favorita de este escribiente. No fue así, entre otras cosas porque Taylor y los suyos se empeñaron en demostrarnos que son una banda de rock, capaces de pisar el freno cuando la canción lo requiere, fogosos al instante siguiente. En el teatro del Bush Hall hubo tiempo para el misterio (Blue Country Mystic) y la serenata folk (Call Him Daylight). Westering estremeció con cada acorde de guitarra, a pesar de sonar despojada de buena parte de los arreglos originales. I'm A Raven demostró que Taylor no necesita más que una sección rítmica (bajo y batería llevaron la voz dominante durante buena parte de la noche, dejando a Phil Cook y al propio Taylor poner el color) para encender la hoguera del funk.

Pensándolo bien, el gran triunfo de MC Taylor y su música es esa capacidad de conectar a todos en torno al fuego de la canción. Compartir la búsqueda. La propia historia de Hiss Golden Messenger sirve de ejemplo. Desde ese disco seminal (Bad Debt), en el que Taylor cantaba a solas, hasta el reciente Lateness Of The Dancers, cálido, suave como la madera, se han ido uniendo músicos y matices, camaradas a los que llamar hermanos. Él, con su barba de sabio modesto y su mirada astuta y generosa, guía cual profeta al resto de sus compañeros de banda. Les invita a bajar con el público para cantar Drum a capella. Allí, abrazados en círculo, entonan su última plegaria, exprimen las última notas y se retiran de nuevo a la cabaña. Si todas las religiones fueran como la de Hiss Golden Messenger, algunos creeríamos más en los milagros.

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