17/12/15

2015

Dave Rawlings Machine - Nashville Obsolete. A pesar de su apariencia vetusta, hay algo tremendamente osado en el arte de Gillian Welch y Dave Rawlings. Ni más ni menos que intentar mantener en pleno siglo XXI algo tan obsoleto como la música hecha a mano. En Nashville Obsolete, el dúo recuerda las viejas historias de siempre (The Trip), teje melodías hechas para perdurar en el tiempo (The Weekend), tonadas trotonas (Candy) y cantos salvíficos (Pilgrim). Una postal honda y polvorienta que dejaremos como herencia a nuestros nietos.

Salto - Salto. Desde que llegara a comienzos de año, el gallo de Salto ha sido motivo de alegría y júbilo en casa. Con sus melodías pop y su elegancia a la hora de homenajear a los clásicos -de Tom Petty a Big Star pasando por Neil Young y los Beatles del White Album-, el madrileño nos ha regalado un disco para escuchar en las mañanas soleadas y los días de fiesta. Redondo y suave, aunque con la profundidad necesaria para mantenernos en vilo. El reciente single añade nuevos matices, aunque no colma nuestras ansias. Queremos más, Germán.

Bill Fay - Who Is The Sender?. Al renacido Bill Fay le conocimos en 2012 con el excelente Life Is People, disco que rescataba al veterano músico británico tras cuatro décadas de silencio. Su continuación, este Who Is The Sender?, mantiene coordenadas aunque añade oscuridad y temple. Canciones con pocos sobresaltos, que le cantan a la vejez con dignidad y a la vida con orgullo. Cuitas rumiadas al calor del piano y los silencios de un cantante desgastado pero erguido. Lecciones de vida en forma de pequeñas sinfonías.  

Houndmouth - Little Neon Limelight. Como si quisieran demostrar que el negociado de la música sigue vivito y coleando, cada año sale un grupo de chavales con ganas de asaltar el cielo. Houndmouth lo consiguen en este 2015 sin necesidad de inventar nada. Su rock de guitarras suena a barras y estrellas desde los primeros compases aunque evitan caer en el tópico del cuero y el olor a establo. Lo cual no quita que asomen flecos folk y hechuras country. Como si The Band se hubieran ido de farra y hubieran rejuvenecido unos cuantos años de golpe.

Ryley Walker - Primrose Green. Es cierto que el aroma que desprende la música de Ryley Walker es de sobra conocido. También que nos importa entre poco y nada. Si quieren novedades frescas pueden empezar a leer la Pitchfork. Aquí nos hemos quedado orgullosamente prendados de este Primrose Green y sus arpegios que nos traen de vuelta los discos de Bert Jansch y Tim Buckley, el Astral Weeks de Van Morrison y la campiña inglesa. Un artefacto que cruza con maestría el folk británico y el jazz más libre. Un compositor en estado de gracia.

Rafael Berrio - Paradoja. Con su veteranía y su verbo existencial, Rafael Berrio parece abonar el terreno para los que insisten en meterlo en el cajón de los malditos. Una campaña que él mismo parece apoyar con los recientes y orquestales Diarios y 1971Paradoja, por contra, recupera el rock herencia Lou Reed que tanto gusta al músico vasco. No se preopupen, el protagonismo lo siguen teniendo esas letras de doble filo, esos arrebatos literarios. Poesía y electricidad en la lengua de Cervantes.

Courtney Barnett - Sometimes I Sit and Think and Sometimes I Just Sit. Provocadoramente sencilla, con los pies en el suelo y mirando de reojo a las guitarras de los noventa, el debut de Courtney Barnett ha venido para decirnos que no todo está perdido en este 2015. Vale, el rock es una mierda. Eso sí, al menos permanece erguido donde otros han tirado la toalla. Las canciones son todas una burda mentira, de acuerdo; pero al menos nos permiten seguir planteando algunas cuestiones. Si no me creen, buceen en las letras de la australiana, la cantautora de lo corriente.

Cracker - Berkeley to Bakersfield. Tomando el country y el rock sin complejos como puntos de partida, el veterano dúo formado por David Lowery y Johnny Hickman estira su propuesta para parir un disco doble, de poso largo, atrevido en estos tiempos de escucha fugaz. Un álbum que apunta en cien direcciones y que, a pesar de todo, mantiene el norte durante 70 minutos de road movie. El resultado: un London Calling para los vaqueros con corazón oxidado, la confirmación de que Cracker son una de las bandas imprescindibles del último cuarto de siglo.  

Father John Misty - I Love You, Honeybear. La figura del ex-Fleet Foxes Father John Misty genera alabanzas y rechazos a partes iguales. El de Maryland ya había avisado hace un par de temporadas con Fear Fun, donde mostraba esa fachada de crooner pasado de moda -entre Harry Nilsoon y Neil Diamond-. Ahora repite maneras aunque añade atributos de bufón. La ironía que destilan canciones como Bored In The USA -atentos a la referencia springstiniana- o Holy Shit deberían levantar ampollas en el adocenado sueño americano. Veneno y honestidad.

Donnie Fritts - Oh My Goodness. Con permiso de Bill Fay, Donnie Fritts ha firmado el disco de la arruga de este 2015. Un trabajo que impacta desde su portada y descubre a un veterano de los míticos estudios Muscle Shoals en su faceta más desnuda. La culpa es de John Paul White (The Civil Wars) que, además de traerse a algunos invitados que aportan savia nueva, se atreve a dejar la voz rajada y el piano de Fritts en primer plano, sin apenas arreglos. El resultado huele a sur norteamericano y a madera, a Randy Newman y a Levon Helm, a soul y a gospel.

Robert Forster - Songs To Play. Podríamos tirarnos horas y horas discutiendo sobre lo que significa el pop hoy en día. ¿Es un sonido o un producto? ¿Una manera de producir o un estilo como otro cualquiera? La discusión se acaba cada vez pinchamos un disco de Robert Forster (o de sus Go-Betweens). El australiano maneja desde hace años todos los palos de la canción. No importa que vista sus composiciones de folk o que se deje seducir por los ritmos caribeños, lo suyo siempre será pop con mayúsculas. Sencillez al servicio de la melodía perfecta.

Sufjan Stevens - Carrie & Lowell. Sufjan Stevens es un marciano, un tipo capaz de firmar una pieza sinfónica para metales o una serie de discos dedicados a los estados de Norteamérica. Por ello, cuando anunció a comienzos de este 2015 que volvía al redil del folk, muchos recobramos las esperanzas. Cierto es que este Carrie & Lowell toma las hechuras de los discos Eliott Smith, aunque Stevens las utiliza para sus propios propósitos. Un disco para los días de luto y los momentos sentidos, homenaje a los seres queridos que nos dejaron.

Built To Spill - Untethered Moon. Hay mucha mala leche en el último disco de Built To Spill. Viniendo de quien viene y tras 23 años dando guerra, no sorprende lo más mínimo. Lo que algunos no esperábamos a estas alturas es que los de Idaho firmaran un disco tan redondo como Untethered Moon. Un trabajo que toma la tozudez de los Crazy Horse de Neil Young añadiéndole el gusto melódico de R.E.M. y la fidelidad a un sonido del que sólo pueden presumir aquellos que sobrevivieron al holocausto alternativo de los noventa. Ruidoso y energético.

The Orange Humble Band - Depressing Beauty. Era de justicia. El combo formado por gente como Mitch Easter, King Stringfellow, Darryl Mather y Jody Stephens tenía que volver a juntarse. En Depressing Beauty -primer disco en catorce años- firman una postal de isla desierta y belleza atemporal, ayudados por gente como Jon Auer y Spooner Oldham. Un álbum que, como el último de Cracker, apunta en cien direcciones sin perder el rumbo. Pop de quilates, soul aterciopelado, folk con nervio y algún arrebato rock completan un artefacto más allá de modas.

The Deslondes - The Deslondes. Con el espíritu aventurero por bandera y el silbido blues soplando de cola, Sam Doores y compañía han registrado un debut de diligencia y colt cargado en el costado. Nada que no hayamos oído en cientos de bandas de la geografía norteamericana. Claro que ninguna de ellas tiene la chulería de The Deslondes, ni el gusto por el soul del sello Stax y los sonidos de Nueva Orleans. Tampoco el espíritu callejero de French Quartet, de música cantada por el simple hecho de sacarse unas monedas en la plaza del pueblo. Simple y verdadero.

Jim O'Rourke - Simple Songs. Maestro del ruidismo, productor de bandas tan fundamentales como Wilco y Sonic Youth, Jim O'Rourke ha preferido mantenerse en las catacumbas del rock para seguir haciendo lo que le viene en gana. Este Simple Songs es buena muestra de ello. Sólo a él se le podría haber ocurrido editar en 2015 un tratado con aroma a los Genesis de Peter Gabriel, al prog-rock más melódico y anguloso. Sólo él podía salir airoso de semejante reto y firmar un disco majestuoso y apetitoso. Queremos conocer tu secreto, Jim.

The Minus 5 - Dungeon Golds. Con Scott McCaughney se cumple aquel viejo dicho: por tus amigos le conocerás. El líder de The Minus 5 cuenta en su agenda con buena parte de la realeza melódica de los últimos años; desde Peter Buck a Jeff Tweedy, pasando por Robyn Hitchcock o miembros de The Decemberists.  Él, no obstante, se mantiene en un segundo plano, invitando a unos cuantos a este Dungeon Golds para seguir haciendo lo que mejor sabe: rock&roll macerado en barrica pop. Un menú exquisito que incluye desbarres de bar y píldoras a la Big Star.  

James McMurtry - Complicated Game. De familia literaria y tradición musical, el tejano James McMurtry lleva desde finales de los ochenta poniendo banda sonora a la América polvorienta de Woody Guthrie y William Faulkner. Aunque sin perderle la cara al presente. Guitarra en mano, el músico ha puesto en el dedo en la llaga de la guerra de Irak y el monopolio de algunas empresas estadounidenses. Nervio social que asoma también en Complicated Game aunque barnizado con ese olor a madera y caserío marca de la casa. Corajudo y enraizado.

Matthew E. White - Fresh Blood. Vale que este segundo disco pierde el factor sorpresa (como casi todas las segundas partes, vaya). Que White sustituye buena parte del terciopelo soul de su debut por melodías más directas y perfiladas. Hechos los pertinentes reproches, reto a cualquiera a señalarme un compositor actual capaz de firmar una canción tan redonda y nutritiva como Rock&Roll Is Cold. Un tratado de folk, rock, soul, gospel y corteza pop que viene acompañado de piezas tan sangrantes como Holy Moly o Tranquility. Reválida superada con nota.

GospelbeacH - Pacific Surf Line. De Brent Rademaker y sus Beachwood Sparks podríamos decir mucho y muy bueno en este blog. También de Neal Casal, garantía de buen gusto desde hace más de dos décadas. Por eso, cuando nos enteramos de que volvían a las andadas, encendimos las velas que guardamos junto a nuestros discos de los Byrds y los Grateful Dead. No fallamos. Pacific Surf Line tiene aroma californiano, folk-rock de hilo dorado, gotas de psicodelia y remata la victoria con la canción más redonda del año: Sunshine Skyway.

Pops Staples - Don't Loose This. Aunque hace tiempo que Jeff Tweedy no firma un disco notable, su labor como productor es digna de elogio. Al reciente disco de Richard Thompson hay que añadirle los dos últimos de la leyenda Mavis Staples. Una labor secundaria que ahora tiene su premio. El de Chicago recompone en Don't Loose This las últimas grabaciones del patriarca del gospel con mensaje, el tipo que hizo del blues una forma de salvar almas. Un disco familiar, homenaje al padre de Mavis, que reivindica el sonido de los campos de algodón y las iglesias del sur.
      
Fraser A. Gorman - Slow Gum. El debut de Fraser A. Gorman es de combustión lenta. A primera vista sus costuras apuntan directamente a Dylan y al folk, a los sonidos más enraizados del continente americano. Algo que en una escena sobrealimentada de este tipo de propuestas podría haber terminado jugando en su contra. No se dejen engañar por el envoltorio. Slow Gum es un disco clásico pero luminoso, brillante cuando el asutraliano entona canciones tan redondas como My Old Man o Shiny Gun. Quedan cosas por pulir, pero hay talento para creer en este jovenzuelo.

Jeffrey Lewis & Los Bolts - Manhattan. Scowling Crackhead Ian, la canción que abre este Manhattan, avanza sin prisa durante casi cinco minutos que saben a Lou Reed, a Nikki Sudden y a cualquiera que haya amado con locura la Gran Manzana. Suena de fondo el sonido de las calles y los trenes, una bocina bulliciosa y vitalista. En el mapa que traza Lewis se cuela el folk y el rock despreocupado, el punk más garajero y hasta algún devaneo electrónico. No hay prisioneros, sólo el cariño por una ciudad caótica, que se escurre entre las cuerdas de una guitarra.
 
Nathaniel Rateliff & The Night Sweats - Nathaniel Rateliff & The Night Sweats. Como tantas otras modas, el revival soul ha terminado convirtiéndose en puro cliché, explotando los trucos más baratos del género. Por suerte, por cada Vintage Trouble hay un Danny & The Champions Of The World y por cada Leon Bridges, un Nathaniel Rateliff. Cierto es que, en el caso de este último, la conversión a la fe soul es reciente. No se engañen. Su debut junto a los Night Sweats es sudoroso y orgánico, como un buen disco de Stax.

Destroyer - Poison Season. El veneno de Destroyer entra suave, como el segundo trago de whisky. El problema es que, cuando te quieres dar cuenta, ya estás intoxicado con su swing noctámbulo, su pop de altos vuelos que tan pronto echa mano de los arreglos de cuerda como nos hacer mover el culo a ritmo de groove. Como The War On Drugs hicieran en su Lost in The Dream, Daniel Bejar recurre al Springsteen de los ochenta, a la mística seductora de los saxofones. Brochazos que pintan un Nueva York en blanco y negro, cargado de funk y rascacielos.

8 comentarios:

  1. Qué lista más bonica... coincidimos en muchos y en bastantes que no son los que tengo en el tintero y escucharé con el nuevo año. A Fritts me lo ha pasao el Maestro Joserra Rodrigo... con mil y un elogios... Otros que no,quedan apuntados. Un abrazo y felicidades por su buen gusto.

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  2. El maestro Joserra me ha descubierto más de uno y más de dos de esta lista. ¡Gracias, Nikochan!

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  3. Es la lista, sin duda, discos que alcanzarán el nivel de clásicos y sobrevivirán al paso del timepo. Muchas ganas de escuchar el de Gospelbeach, lo dejo para estas fiestas. Saludos

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  4. El de Gospelbeach y el de Promised Land Sound, que se ha quedado fuera por los pelos, son la cuota californiana del año. No inventan nada, pero lo hacen tan bien que no puedes evitar escucharlos una y otra vez. Saludos y gracias por el comentario, Antonio.

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  5. Una lista estupenda.
    No conocía a Jeffrey Lewis.
    Gracias.

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  6. Excelente lista, amigo, con muchas similitudes a la mía del pasado año (Berrio, Orange Humble Band, Minus 5, Courtney Barnett, Robert Forster,...). Y grandes textos. Me he suscrito a este lugar gracias a la recomendación del King Nikochan. Saludos.

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  7. ¡Buena lista!.
    Como amante del folk tradicional, además del de Walker te recomendaría tres grandes discos del 2015:
    Están en esta entrada (también hay 4 sólo de mujeres, en honor al ciclo mallorquín WOMEN don´t WAIT):
    http://orphansofwaits.blogspot.com.es/2015/12/2015-poquer-de-women-vs-poquer-de-folk.html

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  8. Gracias por las recomendaciones, Tomeu. No conocía a Olivia Chaney y en una primera escucha de su disco me está encantando. Me la guardo para mi colección de mujeres folkies :)

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