20/11/17

El sindicato de las guitarras distorsianadas


La pregunta parece obligada. Mientras en la calle se celebra la noche de los muertos, dentro del club Lexington unos rejuvenecidos The Dream Syndicate comienzan su set con uno de sus clásicos más reconocibles. “La van a tocar, ¿no?”, se adelanta el propio Steve Wynn. “Porque... tienen que tocarla”, insiste. Cuando suenan las últimas notas de Halloween una lluvia de guitarras se apodera de todo y lo que había comenzado como una tonada sencilla y pop se convierte en un amasijo de cuerdas. The Dream Syndicate han venido a ganar.

Resulta fascinante comprobar cómo los años no han suavizado ni un ápice la propuesta de los californianos. Más bien al contrario. Puede que Steve Wynn, más cercano a los sesenta que a los cincuenta, haya adquirido una fachada de dandy del rock, arrugas asomando sobre el cuello de la camisa. Su capacidad para abrasar permanece intacta. No obstante el “Sindicato del sueño” siempre representó la mezcla perfecta entre el desbarre guitarrero de Neil y sus Crazy Horse y el pulso underground de la Velvet.

En Londres, en cambio, tomarán el camino de en medio. Lo que en el estudio suena a contención, sobre el escenario se dispara hasta convertir a los Syndicate en una especie de reencarnación con canas de los Stooges. No hay más que pegar el oído a las versiones aceleradas que se marcan de The Days of Wine and Roses y The Medicine Show para hacerse una idea de por dónde van los tiros. Los más de diez minutos de How Did I Find Myself Here, canción que da título a su reciente disco, caracolean hasta traernos a la memoria el Fun House de Iggy y compañía.

Precisamente será este nuevo trabajo, primero en más de dos décadas, el que servirá de excusa para esta visita -por partida doble- a The Lexington. Resucitados hace un lustro, Wynn y los suyos decidieron hace unos meses rubricar el momento grabando un puñado de nuevas canciones que hacen su labor: recrear el sonido clásico de la formación y llevarlo un paso más allá evitando caer en la repetición de una fórmula ya cuajada.

Vale que la voz de su líder conoció mejores días. No importa. Tiene soul y alma dylanita cuando interpreta Whatever you please, del infravalorado Ghost Stories. Escupe fuego cuando incendia la sala al ritmo de aquel himno llamado Burn. Filter Me Through You, una de esas nuevas composiciones, acaricia a pesar de su aspecto desaliñado. The Circle amenaza con salirse de su propio eje y perderse en una esquina desierta de la sala. Nada que objetar. The Dream Syndicate siguen teniendo la distorsión como sacro sacramento. Y eso es a lo que nos tocará agarrarnos en The Lexington.

Los que nos acercamos a la anterior gira de la banda pudimos comprobar que la formación seguía teniendo músculo. Vale, había mucho de nostalgia en aquella recreación de The Days of Wine and Roses, debut y razón de aquel regreso tardío a los escenarios. Pero también asomaban acordes indomables y, sobre todo, una intención de no quedarse en la simple reproducción de un canon. Treinta años después aquellas canciones seguían sonando a garaje y a humo saliendo de un túnel de la parte baja de Nueva York. Por el camino se habían limado muchos de los matices, de acuerdo. Pero a cambio Wynn y compañía habían encontrado un sonido compacto y ganador. Aquella psicodelia electrificada de sus primeras referencias -deudora en gran medida de la guitarra de Kendra Smith- había sido sustituida por un bloque rocoso, imparable, al que es difícil resistirse.

Hagan un ejercicio de imaginación. Cojan los Crazy Horse de la primera época propulsados por un tipo tan brillante como autodestructivo como Danny Whitten y compárenlos con el sonido oxidado del “caballo loco” en Zuma o Ragged Glory, ya con Poncho Sampedro en la labor guitarrera. Quizás así se puedan hacer una idea de la distancia que separa a los Dream Syndicate de comienzos de los ochenta y estos Syndicate de nuevo-viejo cuño reabriendo el bote de las esencias distorsionadas por el lado más afilado.

Como en el caso de los Crazy Horse, resulta imposible escoger uno de los dos polos. Los Dream Syndicate del siglo XXI siguen manteniendo un pulso inquebrantable en el terreno musical. También una capacidad única para permanecer bajo el radar. Admitámoslo, Steve Wynn nunca será un ídolo de masas. Pero para los que seguimos creyendo en la comunión del rock, él siempre quedará como uno de nuestros arcángeles. A él le debemos una de las pocas formaciones que logró mantener el espíritu de las seis cuerdas en plena fiebre de hombreras y purpurina allá por los ochenta. Algo que podría haberse quedado en anécdota, si no fuese porque en su currículum jalonan otra decena de proyectos de igual o mayor calado. Gracias a ellos Wynn ha logrado sobrevivir cuatro décadas en el negocio sin necesidad de vender la fórmula. Chapó. Wynn siempre fue y será uno de nuestros héroes.

Quizás por ello resulte incluso más meritorio que se haya atrevido a editar un nuevo disco bajo la marca 'The Dream Syndicate'. La victoria, conociendo la pequeña pero fiel parroquia que venera a la banda, parecía asegurada. Lo que no esperábamos es que el cuarteto -ahora reconvertido en quinteto- se sacara de la manga ocho canciones de un nivel tan sobresaliente. Filter Me Through You no tiene nada que envidiar a los mejores momentos pop de la banda, himno de brillo californiano a añadir al repertorio imprescindible del combo. Glide mantiene esa gloria dorada y la estira hasta los seis minutos. Out My Head nos recuerda que los Syndicate siempre mamaron de los cajones bajos de las tiendas de discos. El crujido de sus guitarras nos transporta a los sótanos de los Cramps y X. Lo mismo que de The Circle, que se agarra a los surcos de Stooges y MC5.

80 West arranca con una de las introducciones 'marca de la casa' para terminar estrellándose en una maraña de guitarras con las cuerdas a punto de romperse. El corazón lo pone Like Mary, caramelo de la colección, recordatorio de una verdad a veces olvidada: Steve Wynn es uno de los mejores compositores de canciones de las últimas décadas. La delicadeza de esta tonada vertebra una historia clásica de carretera, amén de uno de los momentos más dulces en la discografía de la banda. The Dream Syndicate nacieron para romper el molde, pero también saben culminar una tonada redonda.

El cierre lo pone Kendra's Dream, canción de apariencia viscosa y regusto caleidoscópico. En ella golpea las seis cuerdas la propia Kendra Smith, antaño fuelle guitarrero de la formación, ahora retirada en mitad de la campiña californiana. Su presencia cierra el círculo de una historia -la de The Dream Syndicate- guadianesca, dilatada en el tiempo, escrita en torno a la figura de Steve Wynn pero que incluye unos cuantos actores secundarios de lujo. Todos ellos, los que plasmaron aquellos primeros discos de rabia underground y chapa oxidada; los mismos que ahora, sin tapar las arrugas, recuperan la esencia de un sonido que siempre permaneció en la memoria de unos pocos. Todos ellos representan la tozudez de un rock&roll -o lo que quiera que esa palabra signifique en pleno siglo XXI- que se resiste a ser domesticado. A pesar de la edad y las canas.
     

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