Supongo que fue Kerouac quien convirtió la carretera en mito. Él y los miles que, antes que el
escritor norteamericano, desenrollaron sus vidas al ritmo de los
cruces y las cunetas. Desde que el hombre se lanzó a la conquista
del oeste ha habido algo sagrado en esa manera de mirar al horizonte. Sencilla, como una canción
de Woody Guthrie. Salvaje, como una paisaje de Cormac McCarthy.
Precisamente fue el cantautor de Oklahoma uno de los primeros músicos
populares en enfilar su guitarra rumbo al sol. Después le siguieron
cientos de escritores, poetas, compositores de tonadas, locos y
sedientos de aventura. Hank Williams en el asiento trasero de un Cadillac, Dylan tras esas gafas oscuras, Lucinda Williams
conquistando la ciudad con su country quebrado. Todo músico que
quiera ser respetado por sus compañeros de profesión debería
graduarse en la universidad de la autopista y la furgoneta.
Algo pareció debió pensar Alynda Lee
Segarra cuando, recién cumplidos los 17, decidió abandonar el Bronx
neoyorquino para cruzar Estados Unidos. Saltando de tren a tren, como
aquellos héroes rumbo a la gloria que acompañaban a Woody Guthrie al comienzo de Bound For Glory. Por suerte, aquel viaje no fue en vano y la
cantante encontró un hogar junto a la banda Dead Men Street
Orchestra. Músicos callejeros, en busca de una propina a cambio de
una canción. Allí, en las aceras, cuando el frío aprieta y las
esquinas son el único refugio, se demuestra el valor de un
intérprete. Allí, donde cada uno es libre de cantar lo que
buenamente sepa o quiera, se curten los dedos y las gargantas. Suerte
que Alynda, tras dos años vagando por el mapa, topó con la ciudad
soñada por cualquier músico.
Su nombre, claro, es Nueva Orleans. La
ciudad en la que cabe el rhythm&blues de Fats Domino y el country
de Lousiana, el blues tristón y el gospel más santo del
Mississippi. Un catálogo recogido de alguna forma en Small Town
Heroes, última referencia de Alynda Lee Segarra bajo el paraguas de
Hurray For The Riff Raff. Si en su anterior trabajo, My Dearest
Darkest Neighbor, la intérprete se dejaba retratar como una forajida
a costa de canciones ajenas (De Leadbelly a Billie Holiday pasando
por Harrison), en este la neoyorquina adorna su paleta con violines,
guitarras eléctricas y mandolinas. Como si quisiera rendir tributo a
esa ciudad colorida y caótica, famosa por sus desfiles y su French
Quarter. A pesar de todo Segarra no pierde el tono confesional de
Look Out Mama, disco que en 2012 le puso en el punto de mira de
revistas como Paste, Mojo o medios como la NPR o el New York Times.
En Small Town Heroes hay sitio para
mojar a Gillian Welch en las aguas del golfo (Good Times Blues) y
para contar historias a lo Townes Van Zant (Small Town Heroes). En St. Roch Blues Alynda convierte una tonada
que podría haber sido firmada por Sonny Boy Williamson en una suave
brisa soul. The Body Electric recupera la tradición de las murder ballads con solemnidad y estilo. También queda tiempo para una lectura canónica en clave
bluegrass (Blue Ridge Mountain) y un epílogo digno de la parroquia
más devota de Nueva Orleans (Forever Is Just A Day). End Of The Line
pone ritmo al Ninth Ward, hogar de la escena songwriter de
Nueva Orleans. Y tras aquel accidente del estribillo de Crash On The
Highway se esconden los buenos momentos en el BJ's Bar de Bywater.
“It's so hard to love someone in this cold world” recita Segarra
en Levon's Dream, uno de los pocos momentos en los que se deja
embargar por la melancolía. Por suerte, el pasacalles festivo de I Know
It's Wrong (but It's All Right) llega al rescate.
El balance final arroja un disco
empapado en raíces musicales, que tan pronto recuerda a clásicos
como The Carter Family como se suma a la nueva generación de
renovadoras del género. Un tren en el que Alynda Lee Segarra reclama
su lugar a golpe de acordes de guitarra y melodías cristalinas.
Llenando su repertorio con historias de hombres anónimos y modestos.
Héroes que no van a caballo ni salen siempre victoriosos, como en las
viejas películas del oeste, pero que saben disfrutar con una buena
canción y un trago en un bar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario