Cuando a mediados de los 70 un joven
Tom Petty puso rumbo a la soleada California, la tierra de los bulevares y las estrellas de Hollywood, apenas llevaba consigo una guitarra
Fender y unas cuantas anécdotas de camerino. El músico de Florida
ya había entablado amistad con el teclista Benmont Tench, al que
encomendó la tarea de reclutar lo que más tarde bautizaría como
The Heartbreakers. Con ellos Petty terminaría grabando buena parte
de los éxitos que le convertirían en el rockero de corazón más
dulce de la época. Mike Campbell, Ron Blair, Stan Lynch y el propio
Benmont pasarían a formar parte de una historia que, a pesar de
durar ya casi cuatro décadas, nada tiene de leyenda. Sus canciones,
de riff musculoso y vocación pop, ponían banda sonora a una década
de desilusión con la mejor de las sonrisas. Mientras Bruce
Springsteen se llenaba los bolsillos de esperanza (para más tarde
perderse en aquel rincón al final de la ciudad), Petty permanecía
con los pies en el suelo. La protagonista de American Girl, su primer
gran éxito, se asomaba a aquel balcón de Sunset Boulevard llena de ilusiones. Frente a ella, un mundo cada vez más solitario y frio al que todavía le quedaban
unas cuantas vueltas que dar.
Cuarenta años después la chica se ha
hecho mayor. También Petty, que en su nuevo trabajo junto a The
Heartbreakers rumia las viejas historias, aunque en primera persona en esta ocasión. American Dream Plan B, la canción que abre Hypnotic Eye,
puede sonar envenenada desde el título. Aquellos riffs unidos
a esa voz apagada, como si Petty cantara desde un oscuro sótano,
dibujan a un compositor con el ceño fruncido, apretando los puños
y los dientes. Sin embargo, como de costumbre, el de Florida deja un resquicio de esperanza en el estribillo. "I got a dream I'm gonna
fight till I get it" repite el músico una y otra vez. Puede que los
sueños sean todavía eso, sueños. Puede que aquel joven que un día
tomó la ruta rumbo a Hollywood tenga unas cuantas arrugas más y
haya cosechado unas cuantas decepciones por el camino. Pero eso no
quita que a Tom Petty todavía le quede pólvora de sobra en la
recamara.
Y es que, como el título de la
canción, Petty parece instalado en aquella carretera secundaria del
sueño americano. Con una legión de seguidores fieles, el músico ha
asumido hace tiempo que su lugar no está con los que
escriben su nombre con letras mayúsculas en la historia. Sin
embargo, lejos de tirar la toalla, Petty pone la vida a rodar. Como aquella
chica asomada al balcón en American Girl, el artista vislumbra desde
la barandilla los coches pasar, las historias morir, los hombres
sucumbir al éxito. "Cause I found myself at last and I'm a full grown
boy" recita sobre las notas del piano Tench, cantando a esa hora en
la que los gatos y los últimos rezagados de la noche se cruzan. He aquí un Petty casi inédito, sacando su lado más crooner, colgando la guitarra y dejando el sombrero sobre la mesa junto a un buen trago de whisky.
No es la única nota al margen que nos deja Hypnotic Eye. Presentando como el regreso del artista a la esencia del rock con pegada, la rodaja contiene más aristas de los que a primera vista uno podría esperar. Ahí tenemos esa Burnt Out Town, herencia directa del hard-blues de ese Mojo, editado en 2010 y recibido con tibieza por la crítica. Con un sonido, relajado, más propio de una jam-session que de la finura pop del norteamericano, el anterior trabajo de Petty y sus 'rompecorazones' no parecía encajar en ese cuadro perfectamente delineado que tanto gusta dibujar a los plumillas. "It's the truth within that makes a good man arise" reza ahora el estribillo de Power Drunk. Otra pista de que Petty, lejos de haber dejado aparcado el 'mojo' de su última entrega, ha sabido depurarlo hasta convertirlo en puro blues-rock.
Más directa, aunque con idénticas señas sonoras, All You Can Carry penetra en el corazón de ese escritor en busca de lugares a los que agarrarse. "Take what you can, all you can carry, take what you can and leave the thoughts behind". Es en esa huida en la que Petty se encuentra de frente consigo mismo. "I'm worn and wounded but still the same" canta en la reveladora Sins Of My Youth. Superada su sexta década de vida, Petty, qué duda cabe, sabe dónde encontrar sus propias certezas. Aquel sonido jubiloso de guitarras entrelazas que tan buenos resultados le dio en sus primeros discos regresa en Hypnotic Eye con Forgotten Man y una sobresaliente Red River. Una prueba más de que, a pesar de que en este nuevo trabajo el estadounidense se deje llevar a ratos por la desilusión ("I've got a few of my own fault lines running under my life"), su pluma sigue teniendo pies de plomo. Puede que el mundo se haga pedazos, pero hay cosas que nunca fallan.
No es la única nota al margen que nos deja Hypnotic Eye. Presentando como el regreso del artista a la esencia del rock con pegada, la rodaja contiene más aristas de los que a primera vista uno podría esperar. Ahí tenemos esa Burnt Out Town, herencia directa del hard-blues de ese Mojo, editado en 2010 y recibido con tibieza por la crítica. Con un sonido, relajado, más propio de una jam-session que de la finura pop del norteamericano, el anterior trabajo de Petty y sus 'rompecorazones' no parecía encajar en ese cuadro perfectamente delineado que tanto gusta dibujar a los plumillas. "It's the truth within that makes a good man arise" reza ahora el estribillo de Power Drunk. Otra pista de que Petty, lejos de haber dejado aparcado el 'mojo' de su última entrega, ha sabido depurarlo hasta convertirlo en puro blues-rock.
Más directa, aunque con idénticas señas sonoras, All You Can Carry penetra en el corazón de ese escritor en busca de lugares a los que agarrarse. "Take what you can, all you can carry, take what you can and leave the thoughts behind". Es en esa huida en la que Petty se encuentra de frente consigo mismo. "I'm worn and wounded but still the same" canta en la reveladora Sins Of My Youth. Superada su sexta década de vida, Petty, qué duda cabe, sabe dónde encontrar sus propias certezas. Aquel sonido jubiloso de guitarras entrelazas que tan buenos resultados le dio en sus primeros discos regresa en Hypnotic Eye con Forgotten Man y una sobresaliente Red River. Una prueba más de que, a pesar de que en este nuevo trabajo el estadounidense se deje llevar a ratos por la desilusión ("I've got a few of my own fault lines running under my life"), su pluma sigue teniendo pies de plomo. Puede que el mundo se haga pedazos, pero hay cosas que nunca fallan.
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