"I've got fifteen dollars in
my head
If you've got ten, tonight
we'll be kingsmen to the stars"
Big Red Moon, Howlin Rain
En 2014 Ethan Miller tocaba fondo.
Arrinconado, abandonado a su propia suerte, el líder de Howlin Rain
había decidido deshacer la banda que había liderado durante la
pasada década, acaso demasiado abrumado por el modesto, aunque
firme, éxito que había logrado con su última referencia. The
Russian Wilds había conseguido llevar a los californianos a la
primera línea del rock sureño con pegada. Sin embargo, Miller,
perro viejo, personaje escurridizo, nunca fue amigo de los halagos.
En Live Rain, álbum grabado en directo
durante la última gira de la banda, el cantante ejerce de maestro
cazallero. Como si Jim Morrison se hubiera subido al primer coche
rumbo a Mississippi. Con Hunter S. Thompson agarrando el volante.
Como era de esperar aquel viaje sin rumbo, camino hacia la
autodestrucción, terminó explotando en las manos del propio Miller.
Mientras el músico despedía a sus compañeros de carretera, el
sello American Recordings rompía el contrato que tenía con la
formación. Nada de esto frenó el impulso del artista. Empleando la rabia
como combustible, el norteamericano siguió afilando su pluma hasta
parir un nuevo puñado de canciones. Esta vez sin la convicción de
que tendrían una salida, un lugar en el que cobijarse.
El resultado, editado estos días bajo
el título Mansion Songs, abrasa como la lija. Miller, por fin sin
compromisos, cambia su antigua afición por los Grateful Dead por una dosis de blues rasposo mojada en licor folk. Con nada que perder, aúlla cual lobo herido, canta a la luna, a los poetas, a
las noches que se fueron. El vídeo que sirve de adelanto al disco
alterna imágenes del propio artista, barba a lo Allan Ginsberg, con
filmaciones de calles anónimas y rascacielos de hormigón. Podría
ser Nueva York. O cualquier ciudad en la que uno pueda perderse. En
una de sus nuevas canciones el cantante entona a lo Leonard Cohen,
aunque con el espíritu narcótico de Lou Reed. Fellini, Whitman,
Blake, Woody Allen, Londres le acompañan. Los coros sirven de guía
a un compositor en busca de algo a lo que agarrarse.
Más pausada, con un Miller inédito
ejerciendo de trovador folk, Coliseum desnuda casi por completo al
artista. “It's a cold wind blowing your heart again” entona el líder de Howlin Rain como si se reconociera de nuevo deambulando por las mismas
calles, por los pasadizos en los que un abrigo y un trago son el
único refugio. Lucky Fairchild, con Miller al piano, recoge el
sentimiento del ex-Czars John Grant pero con la desolación de Josh
T. Pearson. Sólo Nick Cave es capaz de revolcarse con ese arrojo en
el barro y salir indemne.
A pesar de todo, no todos son penas
para el líder de Howlin Rain. The New Age suena histriónica de
primeras, aunque ese espíritu de pasacalles irlandés salva lo que
podría haber sido un simple capricho. Wild Bush muestra a un Miller
empapado en negritud, pegajoso y funky. Meet Me in The Wheat podría
haber encajado en esa segunda cara del Exile On Main Street. Hasta
que llega el estribillo y Gram Parsons se lleva a Keef y compañía a
la iglesia más devota de Texas. Big Red Moon confirma que, lejos de
caer en la trampa, el artista dista mucho de arrepentirse. “I am
the devil” repite una y otra vez con media sonrisa en la cara.
Hasta el lamento que abre la canción suena a júbilo. Los malditos
también tienen derecho a su minuto de gloria.
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