12/4/15

Bill Fay, el artesano silencioso


Si la vida de un hombre, esa que no aparece en biografía alguna, se colma con el material que otorgan los días grises, aquel tiempo aparentemente vacío que se cuela entre acontecimiento y acontecimiento, es seguro que necesitaríamos varios tomos para escribir la historia de Bill Fay. El veterano músico británico atesora uno de los relatos más sencillos y humildes de la historia de la música popular. Responsable a comienzos de los setenta de dos discos únicos, de isla desierta y caserón abandonado, su trayectoria se pierde con el paso de la década hasta desaparecer en la bruma del anonimato. Él, como quien sabe que en el fondo el éxito no formaba parte de su destino, sigue componiendo de puertas para adentro, sin más intención que dar rienda suelta a una afición, una pasión. Olvidado, como tantos otros, reaparece por sorpresa en 2012 con Life Is People, tercera pieza de una discografía breve aunque profunda, un cancionero que hasta la fecha había circulado prácticamente en secreto.

Durante aquellos 41 años de silencio Bill Fay tuvo tiempo para seguir componiendo canciones (algunas de ellas recogidas en recopilatorios como Still Some Light y Tomorrow, Tomorrow & Tomorrow, editados durante la última década), pero también para cultivar una vida hogareña, traqueteo suave y ligero en el que las estaciones se suceden y las arrugas aparecen como sinónimo de la experiencia. También como recuerdo de un tiempo vivido con plenitud. Frente al revanchismo, la leyenda, el mito de cartón, Bill Fay nunca reivindicó un puesto en el vagón de los malditos. Su música recoge la melancolía de Nick Drake, el eco de esos campos verdes de un Londres pretérito; pero, frente al malogrado Drake, Fay supo encajar el golpe. Y así, tal como desapareció en los setenta, surgió de nuevo en 2012 con un álbum sobrio, cristalino, con ese verbo metálico y esa voz susurrante. Nada que no hubiéramos escuchado en los surcos de sus dos trabajos originales. Fay no necesitaba reinventarse porque, a pesar de la espera, nada había cambiado en su biografía de bolsillo. Las mismas preguntas eternas que aparecían en sus canciones de juventud seguían ahí, dispuestas a ser cantadas de nuevo.

Algo, no obstante, parecía afectar sus melodías. Frente a los arreglos angulosos de Time Of The Last Persecution, Life Is People pulía las aristas, suavizaba los contornos de una canciones talladas sobre las notas de su piano. En este sentido, el disco de 2012 parecía hermano del inocente debut homónimo de Fay, aunque añadiéndole a este el poder sanador que sólo los más veteranos son capaces de inyectar a sus composiciones. The Healing Day (¿la canción más frágil del último lustro?) servía para cerrar las cicatrices de la edad, Thank You Lord recuperaba la temática espiritual tan presente en sus primeros trabajos, Cosmic Concerto ponía el broche con un mensaje humanista: "Life Is People". En This World Fay comparte micrófono con Jeff Tweedy, uno de los músicos actuales que más han reivindicado su figura para las nuevas generaciones. Fay, siempre generoso, le devuelve el favor unos minutos después rindiendo tributo a Jesus Etc., clásico de Wilco que en esta ocasión avanza a tientas, quebradizo, pinchando en el hueso de la canción.

A pesar del revuelo provocado por aquel regreso inesperado, la vida del músico siguió su curso sin grandes sobresaltos. Una interpretación de The Healing Day a solas con su piano para la BBC se encuentra entre una de sus pocas apariciones en los últimos años. El propio Fay aseguraba hace poco que nada había cambiado para él desde 2012. De ahí que a nadie se sorprendiera cuando Dead Oceans anunció hace unas semanas sin grandes fanfarrias la salida de un nuevo álbum, condenado a figurar en los teletipos de las revistas de música para desaparecer sin pena ni gloria al día siguiente. Algunas cosas, nos guste o no, están destinadas a permanecer bajo radar.

En Who Is Sender?, su nuevo trabajo, Fay permanece dentro de ese fortín interior, escribiendo sin mayor meta que seguir alimentando sus propias tribulaciones. Ni siquiera War Machine, con esa imagen tan potente que emana del título, se deja inmutar por el mundo exterior. Si Time Of The Last Persecution, la canción que daba nombre a su segundo trabajo, tomaba su inspiración de los trágicos sucesos ocurridos en la universidad de Kent en Mayo de 1970 (los mismos que protagonizaban Ohio, la canción de Neil Young), War Machine suaviza su reflexión sobre la condición humana con una dosis de resignación y desesperación. "There's a hawk in the distance / He ain't praying for forgiveness / I's his nature to kill but mine isn't / But we all kill in ways that he doesn't / As we pay our taxes to the war machine".

A pesar de todo, Fay no se deja arrastrar por el pesimismo y encuentra en la espiritualidad su camino de salida. Bring It On Lord es gospel salvífico, emoción hecha voz y teclados. A Page Incomplete y Who Is Sender? lidian con la propia condición de Fay como escritor de canciones, sus dudas, su particular manera de esculpir melodías. Order of The Day abre la segunda parte de un álbum que había comenzado oscuro, barroco y anguloso; especialmente en cortes como How Little o Underneath The Sun. Frente a ellos, The Freedom To Read (¿puede haber un título más bello?) podría haber encajado con su sencillez en las American Recordings de Cash, aunque manteniendo ese carácter británico, triste y esperanzador, renacentista y nostálgico. Al final, inmerso en ese laberinto interior, el músico consigue encontrar la luz con World Of Life, fanfarria celestial, final tejido con material angelical.

Por si había alguna duda acerca de la magia inagotable del artista, el álbum incluye en el cierre una reinterpretación de I Hear You Calling, canción incluida originalmente en Time Of The Last Persecution, y que en esta ocasión camina tranquila y reposada, con Fay recreándose en aquellos viejos versos. “I hear you calling from the river bank […] All my life is lying on the factory floor”. Le acompañan buena parte de los músicos que participaron en la grabación original, gesto que sirve para cerrar el círculo abierto hace 45 años y demostrar que el molde que Fay imprime a sus canciones carece de fecha de caducidad. Medio siglo después el músico británico mantiene ese carácter humilde, aparente sencillez que esconde, a pesar de todo, interrogantes vitales y metafísicos bajo la corteza. Puede que su arte sea menor y silencioso; sin embargo, Fay, cual monje sin más misión que perpetuar el misterio, es capaz de seguir haciendo de sus canciones un refugio desde el que mirarnos a nosotros mismos. También una medicina para aquellos oídos cansados de escuchar cómo el mundo se cae a pedazos.  

5 comentarios:

  1. Life is People es una rotunda obra maestra, no he escuchado su disco de este año pero me lo pintas muy bien. Saludos

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  2. La sensación que me deja es que Life Is People era más cercano al sonido de su debut y este es más oscuro y brumoso como Time Of The Last Persecution. A mucha gente este nuevo no le ha gustado por ser un poco barroco, pero a mí me tiene prendado (especialmente la segunda parte). Saludos Antonio!

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  3. Uno de los mejores discos de lo que va de 2015.

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  4. Uno de los mejores discos de lo que va de 2015.

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  5. Coincido contigo Blas. Pocos discos me han tocado tanto como este en lo que llevamos de año. Saludos!

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