25/3/20

Discos para una república invisible II



Cuenta Jeff Tweedy en sus memorias que cuando entraron a grabar Sky Blue Sky se encontró con que tenía un millar de posibilidades a su alcance. Recién salido de una clínica de rehabilitación, el líder de los de Chicago había incorporado a dos músicos de la talla de Pat Sansone y Nels Cline a la alineación de Wilco. Juntos habían grabado el año anterior Kicking Television, un álbum en directo cargado de electricidad y coraje. Seis músicos que en su primera gira parecían una bomba a punto de estallar, una banda capaz de pasar del rock más afilado al country más convencional en apenas unos segundos. Sin embargo Tweedy prefirió pisar el freno, volver a las raíces.

Sky Blue Sky es un remanso de paz. Seis músicos que deciden cerrar la puerta del estudio y recluirse para parir una colección de canciones sin apenas aristas, generosas en lo melódico, soleadas en el apartado lírico. No hay una pizca de revanchismo. Tampoco la rabia y el tono áspero que habían marcado A Ghost Is Born y Yankee Hotel Foxtrot, aquellos dos discos que habían puesto a Wilco en la órbita del mejor rock americano del siglo XXI. El sexto disco de la banda, con su portada en blanco y negro, se mece entre lo doméstico (“Hate it here”) y lo sacro (“Either Way”). Su sonido recuerda al tacto de una cabaña de madera. Su aroma, a esas últimas tardes de verano en las que el sol se resiste a desaparecer en el horizonte.

Y a pesar de todo, Sky Blue Sky sigue sin ser ese disco plácido y domesticado que algunos se empeñan en pintar. No me refiero sólo, claro, a Impossible Germany. Imprescindible en el repertorio en directo de los de Chicago, la tercera canción de Sky Blue Sky contiene “el mejor solo de guitarra de la era en la que a nadie le importan los solos de guitarra”, según comentó alguien. You Are My Face, una de las canciones favoritas de Wilco para este que escribe, concentra todo lo bueno que tiene la banda liderada por Tweedy. La suavidad de unos acordes, la tormenta eléctrica, ese final purificador. On and On and On recupera el registro más oscuro y claustrofóbico del grupo, cerrando el disco con un signo de interrogación.

Con el tiempo, Sky Blue Sky terminaría convirtiéndose en un disco bisagra para los de Chicago, a mitad de camino entre sus comienzos más experimentales y la madurez melódica de su registro reciente. También el primero de una formación que ha terminado perdurando hasta nuestros días. Un álbum único, casi una isla desierta, en una discografía sin comparación en el rock de las últimas décadas. Un refugio contra la tempestad. Mesura y paciencia. Aquella gaviota fundiéndose con el horizonte. 

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