29/10/20

Billy Joe Shaver, vivir para contarlo


En los ochenta y un años que estuvo sobre la faz de la tierra Billy Joe Shaver tuvo tiempo de vivir varias vidas y contarlas todas en una canción. Impulsivo, irascible, dueño de una carcajada irresistible, el tejano hizo todo lo posible para ganarse su fama de forajido. Bebió hasta perder el equilibrio y se levantó para seguir dando tumbos por los callejones de Nashville. Participó en rodeos y en peleas de bar sin que las cicatrices de aquellos revolcones hicieran mella en su espíritu. Se casó tres veces con la misma mujer para terminar enterrándola por culpa del cáncer en 1999. Un año después perdería también a su hijo, esta vez por culpa de la heroína. El propio Shaver asegura que fue Willie Nelson el que impidió que terminara tomándose la justicia por su cuenta tras aquella tragedia. Menos suerte tendría el dueño de un bar de Texas que acabaría con un balazo en la cara tras un altercado con el músico de Corsicana. Por inverosímil que parezca Shaver saldría ileso del juicio para terminar dedicando una canción al asunto.

“Hace un tiempo hice un pacto conmigo mismo de que siempre contaría la verdad en mis canciones”. Una franqueza que le obligaría a cantar sobre una adolescencia entre los campos de algodón y el ejercito. También sobre ese accidente en el aserradero que dejaría al tejano sin dos dedos en su mano derecha desde los 21 años. Nada de aquello le impediría sin embargo escribir algunas de las mejores páginas de redención de la historia del country. Un sentimiento nunca del todo ajeno al género vaquero, pero que en la voz del incontrolable Shaver terminaría llamando la atención de todo aquellos que, como él, preferían caminar por el lado salvaje de la Music Row. Waylon Jennings grabaría un disco entero de composiciones suyas bajo el rótulo Honky Tonk Heroes. Bobby Bare, con el que Shaver entablaría una fructífera amistad artística, le conseguiría su primer contrato discográfico. Kris Kristofferson, obsesionado como el tejano por los capítulos más ásperos de la Biblia, versionaría Good Christian Soldiers. En ella se incluían alguno de los mejores versos escritos por Shaver.

It's gettin' hard to tell what's wrong from right
I can't separate the winners from the losers anymore
And I'm thinking of just giving up the fight
'Cause it's hard to be a Christian soldier when you tote a gun

And it hurts to have to watch a grown man cry
But we're playin' cards writin' home ain't we hadn't fun
Turning on and learning how to die

Los restos de aquel primer encontronazo con Nashville acabarían desperdigados en su debut de 1973, imprescindible para entender el nacimiento del country bastardo. Canciones como Old Five and Dimers Like Me y I Been To Georgia On A Fast Train recogían buena parte de la irreverencia y el impulso que marcarían el resto de aquella andadura salvaje. Un viaje errático, casi siempre imprevisible, que llevarían a Shaver a instalarse de nuevo en Texas, siguiendo las estrofas que el propio compositor había plasmado en Ride, Cowboy, Ride. Después de aquello la línea se vuelve quebrada, aunque resulta sencillo seguir el rastro del músico en sus canciones. Ya saben, con Shaver nunca había que elegir entre publicar la leyenda o la verdad. Inquieto y con tendencia a salirse de los renglones marcados por el imperio de la ley, nadie esperaba que en el invierno de su vida el de Corsicana encontrara consuelo en Dios, una figura que de una u otra forma había aparecido en todos sus discos. Probablemente el bueno de Billy Joe Shaver se esté riendo ahora mismo de él desde el infierno. Y escribiendo una canción sobre ello.


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