2/3/21

Arlo Guthrie, todas las calles del cielo


Sin hacer mucho ruido, casi de puntillas, el menor de los Guthrie firmaría una de las colecciones fundamentales del cambio de década con Washington County. Disco sensible y festivo a partes iguales, a caballo entre el espíritu bohemio del Greenwich y los desvelos country-folk que reinarían durante buena parte de los setenta, el tercer disco de Arlo abre el ramillete de posibilidades para el songwriter de la época. De paso confirma una vez más que la etiqueta de cantautor -en su acepción más despectiva- fue ideada por aquellos incapaces de apreciar el poder de una voz acompañada por la sencillez de una guitarra. Tomen como ejemplo Gabriel's Mother's Highway Ballad #16 Blues que, a pesar de su título rocambolesco, contiene uno de los momentos más emocionantes en la producción de Guthrie. La repetición de ese estribillo unido al desfile de imágenes es sencillamente sublime. La cabeza recostada sobre el hombro, la geografía bíblica, aquellos niños correteando por el paraíso. Para cuando el de Coney Island llega al final de estos seis minutos celestiales y entona una última línea devastadora -“todas las calles del cielo ya han sido vendidas”- estamos cerca de acariciar las puertas del más allá.

No era la primera vez que el norteamericano nos había regalado momentos así. Su debut será recordado por el banquete de melodías regadas de cranberry sauce, perfecta banda sonora para el día de Acción de Gracias; pero bajo aquel festín sonoro se escondía algo más. Un compositor con recorrido capaz de firmar piezas de la belleza de I'm Going Home y Highway in the Wind. El propio cantante tomaría nota y para su segundo registro abandonaría el surrealismo de su debut en beneficio de una propuesta más pulida y rodada. Inmortalizado para la historia con ese Coming into Los Angeles incluido en la banda sonora del Festival de Woodstock, la portada de Running Down the Road dibujaba a un cantautor subiéndose al motor del folk-rock sin perder parte de ese aura única por el camino. Puede que My Front Pages recordara a ratos a los Byrds de cuero y carretera. Su intensidad calculada, su rumbo firme, merece estar en lo más alto de aquel año que cerraba la década.

Precisamente serían algunos de los personajes asociados al universo Byrds los que darían a Washington County ese color ocre, corazón folk con rasgaduras country-soul. El guitarrista Clarence White había sido fundamental en el sonido de discos como Dr. Byrds & Mr. Hyde y Ballad of Easy Ryder, pasando a formar parte del combo angelino tras la salida de Gram Parsons. Chris Ethridge, escudero inseparable del propio Parsons, participaría en proyectos como los International Submarine Band o los Burrito Brothers e incluso compondría junto al cowboy cósmico la canción por la que muchos le recordamos. Nos referimos, por supuesto, a She. Doug Dillard terminaría grabando un par de discos con el ex-Byrds Gene Clark, inventando de paso una mezcla que hasta ese momento parecía imposible: el bluegrass-rock. Completan la alineación de este Washington County Richie Hayward -batería de los imprescindibles Little Feat- y el tótem Ry Cooder, maestro en la materia y que, a pesar de aparecer de manera casi testimonial, dota al conjunto de ese halo terrenal.

Pero por encima de todo están las canciones. Material de primera. Introduction, corte que abre el disco, podría haber acabado de hecho en un álbum de los propios Little Feat. Más suave en sus arreglos, Valley to Pray tiene algo de celebración y homilía. En Washington County es el banjo de Doug Dillard el que dibuja este pequeño divertimento bluegrass. Recuperando la vena más netamente trovadora, Guthrie elige a su padre y a Dylan para suministrar las dos versiones del lote. A saber, la polvorienta Lay Down Little Doggies y la prácticamente inédita Percy's Song, descarte de The Times They Are A-Changin' rescatada por los Fairport Convention en 1969. Y luego está If You Would Just Drop By. Balada al piano al más puro estilo Randy Newman, en ella Arlo rompe el molde. Hay en ese canto de soledad una radiografía de lo que estaba por llegar, del songwriter confesional y recluido en su torre de marfil, de espaldas a la realidad, tan típico de los primeros setenta. Por suerte, antes de que el mundo se derrumbara por completo, todas las calles del cielo estaban ya escritas en este Washington County.


2 comentarios:

  1. Precioso texto y precioso disco. A mi también es el que más me gusta.Un abrazo Javi

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    1. Es un disco precioso y de surtido, aunque sin estridencias. Muy bisagra entre el Greenwich y songwriterismo de California. Y tiene dos canciones -Gabriel's y If you would just drop by- de quitar el hipo. A rescatar siempre. Un abrazo Joserra.

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