Nueva York es un amasijo de hierro y la
madre de todos nuestros sueños. Es un vertedero y la tierra
prometida. Un paraíso por el que perderíamos la cabeza (y la
cartera). Nueva York es una isla y un blues. Es una película de
Woody Allen y una novela de Melville. James Brown en el Apollo
Theater y Nina Simone en el Carnegie Hall. El Hotel Chelsea y So
Long, Marianne. Un cigarrillo saliendo de la boca de Frank Sinatra y
Tom Waits despidiendo la noche en una cafetería del East
Side. Nueva York es la Quinta Avenida y 52nd Street.
Charlie Parker y Thelonious Monk. Clubes que sólo abren cuando se
pone el sol y pizzerías que nunca cierran en cada esquina. Nueva
York es un fundido a negro. Lou Reed vagando por Coney Island. Max's
Kansas City, la Factory y Marylin. Nueva York es pantalones vaqueros
y chupa de cuero. Es Fiebre del Sábado Noche y hippies buscando a
alguien que les suba a Woodstock. Nueva York es Central Park y
cualquier acera sucia en la que pasar la tarde. Nueva York es
Physical Grafitti y un edificio de inquilinos. Es un polvo en el
lavabo de señoras y una canción de los New York Dolls. Es sórdido
y bajos fondos, es la verdad cantada en tres acordes. Dustin Hoffman
en Midnight Cowboy y Harry Nilsson. Es Simon &
Garfunkel. Nueva York es un libro de salmos sin dios ni profeta. Es un
café en el Greenwich y Dave Van Ronk. Es aquella versión de Visions
of Johanna que nunca llegó a entrar en el Blonde on Blonde. Es Dylan
con gafas de sol y camisa de topos. Es un estrella a punto de
estrellarse en el asfalto. Es una promesa y una derrota. Nueva York
es cubismo y arte pop. Es Sonic Youth y Talking Heads. Es ruido y la
más bella de las sinfonías. Es una descarga eléctrica y el vacío.
Nueva York es punk y es ópera. Nueva York es Television. Nueva York es Marquee Moon.
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