Aunque Brian Wilson ya se había
estrenado en solitario en 1988 con aquel álbum homónimo en el que
destacaba la monumental Love and Mercy, sería este I Just Wasn't
Made For These Times el que recuperaría el sonido celestial del
antaño genio de los Beach Boys. De hecho en el álbum de 1995, de
portada en blanco y negro, el propio Wilson decide rescatar la
mentada Love and Mercy para mayor gloria del oyente. Una segunda
oportunidad para una composición que resume de alguna manera aquel
sentimiento de redención y descenso a los infiernos de un Wilson
perdido en la nebulosa de los años setenta y ochenta, atrapado entre
la codicia de unos y la sobredosis de barbitúricos, demasiado
anestesiado como para acercarse siquiera a un piano, menos a un
estudio de grabación.
Si algo de esa tensión acumulada
parece filtrarse en el predecesor de este I Just Wasn't Made for
These Times, la continuación asoma, por contra, optimista y sin
ataduras, de costuras sencillas y alma humilde. Lo demuestra esa
revisión de aires bossa nova del clásico Caroline, No. The Warmth
Of The Sun suena evocadora y soleada. Do it Again recupera el sonido
vibrante de los primeros Beach Boys, ayudado por las voces de las dos
hijas de Wilson, Carnie y Wendy. Still I Dream of It transmite como
ninguna, a pesar de su sonido rústico, aquel sentimiento de dolor y
perdida a través de un hilo de voz quebrado. Nunca Wilson sonó tan
vulnerable. Cierra el lote 'Til I Die, prueba fehaciente de que el
californiano puede llegar a sonar contemporáneo sin necesidad de
perder su personalidad por el camino.
Por suerte, como a Love and Mercy, la
vida le dio una segunda oportunidad al bueno de Brian. Renacido tras
aquel fin de semana perdido que se había alargado durante casi dos
décadas, con los años Wilson regresaría a las salas de conciertos
para interpretar sus éxitos en solitario y sus viejas canciones de
los Beach Boys. Si quieren comprobarlo y de paso disfrutar de uno de
los mejores repertorios de la música popular de los últimos
cincuenta años desempolven el directo de 2001 grabado en el Roxy
Theatre. Pero aquella es otra historia que algún día habrá que
contar. Hoy nos quedamos con la sonrisa de un músico que supo como
nadie cantarle a las olas y a los días felices. Con este disco de
tacto curativo y canciones radiantes.
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