24/5/21

Tony Joe White, historias del pantano


Las canciones de Tony Joe White suenan, huelen, activan las papilas gustativas y si te acercas un poco al estéreo puede que incluso llegues a rozar con la punta de los dedos el perfil rugoso de su voz. Desprenden el aroma a café recién hecho y a tortitas con sirope de cualquier gasolinera al sur de la ruta 66. Son húmedas como un chapuzón en el río y áridas como una carretera hacia ninguna parte. Remiten a esa orografía indeterminada, nunca del todo reivindicada por los manuales de Geografía, a mitad de camino entre el desierto de Arizona y el revuelo criollo de Nueva Orleans.

Si Robert Johnson situó su cruce de caminos en algún punto recóndito del Mississippi rural y fantástico, Tony Joe White encontró el suyo en el fondo de un pantano al norte de Louisiana. White es el auténtico paso a nivel de la música norteamericana. Su rosa de los vientos y su veleta. Con sus canciones de leyenda sureña se hace posible el encuentro entre el rock y el blues, el soul callejero y el country forajido. Tony Joe White es la carretera a la que van a parar todos los caminos del torrente sonoro yankee.

Dueño de una voz imponente, profunda y lijada por el asfalto de la autopista, el de Louisiana contó y cantó como nadie la vida del sur. No la versión para todos los públicos. Tampoco la fácil de empaquetar y vender para el oyente de paso. En Polk Salad Annie, su canción más famosa gracias a la versión canónica de Elvis Presley, la protagonista se alimenta casi en exclusiva de esa planta venenosa y afilada que crece a orillas del Golfo de México. Más dulce, Home Ice Cream -composición de título refrescante que daba nombre a su elepé de 1973- remitía a aquellas noches de verano despreocupadas e inocentes a la vera del río. En Bubba Jones nuestro camionero aficionado a la pesca para en la cuneta para darse un tentempié a base de embutido y galletas.

A White -ya se habrán dado cuenta- le encantaba mencionar los placeres del estómago en sus canciones, aunque muchas veces sus palabras fueran más allá de lo culinario. Efectivamente Save Your Sugar For Me no era una oda al manjar dulce. Al menos no a ese que ustedes piensan. Del Rio, You're Making Me Cry tiene algo de melancólico y de autobiográfico. También hace del rito del desayuno en la cama uno de los placeres más terrenales y lujuriosos sobre la superficie del planeta. Aroma a café y tortillas que parecen salir de una cantina fronteriza o de la habitación 303 de un motel de carretera sin nombre.

Tony Joe White sabía de lo que hablaba, por supuesto. Aunque varias de sus canciones alcanzarían el éxito en la voz de otros, su nombre nunca pasaría del círculo de enterados, condenándole a vagar por las carreteras secundarias del sur norteamericano. Resulta fácil imaginarle desayunando en una cafetería de Tunica o Chickamauga después de un concierto, parando a repostar en una gasolinera de Arkansas o acelerando por los bosques de Georgia. En Rainy Night In Georgia, popularizada gracias a la versión en clave R&B de Brook Benton, uno puede casi escuchar las gotas de lluvia cayendo sobre los hombros de aquel músico ambulante en busca de un “lugar caliente donde pasar la noche”. Tres minutos y cuarenta segundos de relato sonoro en primera persona.

Apodado con el sobrenombre de 'el zorro del pantano', el propio músico se mofaba del lujo y el glamour de la vida en la carretera en canciones como A Night In The Life of a Swamp Fox. Prefería practicar los placeres sencillos, contar historias que remitían a su Louisiana natal. Annie y su polk salad. Willie y Laura Mae Jones, esos vecinos jornaleros que traían a la memoria aquellos días en los que “cuando vives de la tierra no tienes tiempo para pensar sobre el color de la piel de otro hombre”. Aquella época no tan lejana en la que “no news is good news”, como cantaba en la canción incluida en Homemade Ice Cream.

Tony Joe White nos dejó en 2018. Murió como vivió. Sin grandes alardes ni pompas fúnebres. Respetado por sus compañeros de profesión, aunque infinitamente menos conocido por el público mayoritario. Ni siquiera alcanzaría el rimbombante estatus de artista de culto. Ni falta que hace, claro. Aquí en casa siempre nos gustó colocarlo en la misma balda rodeado de nombres como J. J. Cale o Ry Cooder. Buscadores de canciones, vengan de donde vengan. Cruces de caminos en un mapa, el del sonido norteamericano, en el que hace tiempo que dejó de haber atajos y líneas rectas, aunque siempre supiéramos dónde estaba escondido el oro de verdad. 

En un mundo ideal Tony Joe White sería un tesoro nacional, uno de esos tipos a los que rinden homenaje cada año por su cumpleaños o simplemente cada vez que una de sus canciones suenan por la radio. En el fondo qué mas da, pensará alguno. Quizás el mejor homenaje que se le puede hacer es seguir acudiendo a sus discos con frecuencia. O, como el guitarrista Dan Auerbach, recuperar algunas de los cientos de composiciones que el norteamericano dejó en el baúl de inéditos. Mitad toma original, mitad material contemporáneo, en el reciente Smoke From The Chimney el Black Key rescata nueve de ellas para mayor gozo de los seguidores del autor sureño. Viste sin recargar un puñado de grabaciones que el de Louisiana había dejado a medio arreglar, huérfanas de ropajes más allá de su voz grave y su guitarra desnuda. 

El resultado trae a la memoria a Stay Around, aquel volumen editado hace un par de años en el que se recogían alguna de las canciones dejadas por J. J. Cale tras su muerte. Smoke From The Chimney -como Stay Around- muestra en cuarenta y pico minutos todos los caminos transitados por White durante aquel medio siglo en la carretera. Desde el blue-eyed soul del tema titular al blues pegajoso de Boot Money. En Del Rio, You're Making Me Cry el norteamericano se mueve con soltura sobre la línea fronteriza del tex-mex. Listen To Your Song y Bubba Jones suenan fogosas y ardientes gracias a la incorporación del joven guitarrista de Carolina del Sur Marcus King. Un consejo: abran las ventanillas del coche si no quieren que el motor comience a echar humo.

Over You, romántica y melancólica, remite en cambio a las grabaciones clásicas de Muscle Shoals. Pura factoría Dan Penn, no hubiera desencajado en alguno de los discos clásicos de White de comienzos de los setenta. Scary Stories es fino hoodoo voodoo, blues chamánico y sanador. Cierra la colección una majestuosa Billy. Poderosa en su entrega y en su mensaje, el propio White llevaba cantándola durante décadas sospechando de alguna manera que se convertiría en su último testamento. Aquella letra llena de camaradería sin reproches, esa sensación a lo “hemos llegado a la última estación y toca decir adiós”, bien puede servir de resumen a toda una vida. A una manera de hacer música que nunca pretendió otra cosa que contar la realidad del sur norteamericano sin edulcorantes ni tragedias de papel. A un músico que no necesito alzar la mirada más allá del pantano y el asfalto para firmar sus canciones.


2 comentarios:

  1. Como siempre , un post estupendo . Muy fan de TJW hasta Homemade . Luego es verdad que solo he oído alguno de sus discos . Este , ya y como lo cuentas promete . Auerbach tiene buen gusto . Muy de acuerdo contigo el el tremendo poder evocador de sus canciones de ese mito geográfico.que nos hemos montado cada uno sobre el Sur . Ahora que llegan las tardes calurosas y perezosos llega el momento TJW. Un lujo tu blog . Un abrazo

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    1. Me encanta eso que dices de que cada uno nos montamos nuestro mito sobre el sur yankee. Al final de eso se trata y las canciones de Tony Joe White son proclives a evocar y generar imágenes. Auerbach tiene buen gusto (aunque a veces se pase de frenada). En esta ocasión ha sabido contenerse y se agradece. Abrazos, Esteban. Siempre bienvenidas tus palabras.

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