9/6/21

Reigning Sound lo han vuelto a hacer

El tiempo tendrá la última palabra, qué duda cabe. Pero antes de que eso ocurra conviene subrayar lo evidente, remarcar la línea de puntos para que quede constancia del veredicto. Reigning Sound lo han vuelto a hacer. Probablemente para cuando la polvoreada inicial se disipe ya sea demasiado tarde; los más impetuosos, incapaces de esperar a que las sensaciones broten con el transcurso de las escuchas, hayan pasado hace tiempo de largo. Para ellos, un secreto y un consejo: pase lo que pase, pese a quien le pese, las canciones de Reigning Sound seguirán ahí, inmutables. Su reino de ganchos melódicos. Su habilidad innata para hacer de lo complicado algo sencillo. Su vitalidad infecciosa. Su capacidad pasmosa para firmar canciones redondas y medicinales.

Habrá, claro, quien acuse a Greg Cartwright y compañía de caer en el pecado de recurrir a viejos vicios, visitar cantinas y bares en los que bebimos una y otra vez del mismo brebaje sonoro. Tal vez A Little More Time with, su primera colección en siete años, deja el regusto de lo conocido. Pero no confundan cercanía con pereza, memoria con nostalgia. Dos décadas después Reigning Sound han sabido hacer de aquel desvío, entre el rock rasposo y los ecos del soul canónico, un destino. Con el estilo impecable de Cartwright y su pluma siempre al servicio de la canción, no es raro encontrar entre los surcos de sus álbumes las referencias a los clásicos, el guiño que nunca deviene en simple tributo. Las canciones de Reigning Sound suenan añejas y eternas porque están cosidas con el mismo hilo dorado que aquellas que llevamos venerando desde hace décadas.

De hecho, si lo intentan, terminarán haciendo un hueco en su estantería a este A Little More Time with, todavía joven pero con hechuras de reserva. Su vaivén melancólico, quizás más acusado en esta ocasión, reposado en la forma pero nunca en el fondo, tiene todo lo necesario para convertirse en otro triunfo en la carretera de Reigning Sound. De la misma manera que lo fue Shattered, aquel disco de soul cromado editado en 2014 que demostraba la versatilidad de Cartwright más allá de las cuatro paredes del garaje. Y de la misma forma que lo será, si le dejan, esta vuelta a lo que mejor sabe hacer el norteamericano. La fórmula, la de siempre, sigue funcionando porque los ingredientes principales siguen ahí. Sin abusar, en su justa medida, dejando que sea la mezcla final la que termine de resolver el acertijo.

Puede que canciones como Make it Up o I Don't Need That Kind of Lovin' recuerden a esos Reigning Sound juveniles y despreocupados de Time Bomb High School. O que incluso I'll Be Your Man, con su hammond sostenido y sus cuerdas de seda, remita directamente al minutaje de Shattered. Al final el goce está en los detalles. En la pedal steel sonámbula en Moving & Shaking, el contrapunto femenino de Just Say When, los coros celestiales de On and On, en el ritmo trotón de A Good Life. ¿Cuántas veces habremos escuchado a Cartwright lamentarse como en Oh Christine por el amor que fue y no pudo ser? ¿Cuántas veces habremos caídos rendidos a esos estribillos agridulces, a esos traspiés radiantes, a esos golpes de suavidad pop?

Algunos todavía no nos hemos cansado. Como en Let's Do It Again, queremos seguir haciéndolo una y otra vez. Repetirnos hasta la saciedad hasta que el tiempo nos dé la razón. Y cuando las manecillas del reloj se cansen de girar al son de la melodía, encontrarnos de nuevo con Cartwright y los suyos. Con sus álbumes cargados de dulzura y camaradería. Repetimos: Reigning Sound lo han vuelto hacer. Tómenselo como buenamente quieran. Como un regreso al redil de lo conocido, a la familiaridad del rock&roll y su pulso imbatible. O como la prueba definitiva de que Cartwright y compañía pueden poner a girar la misma rueda una y otra vez sin que el resultado final se resienta. El triunfo infinito de la melodía. Ni más ni menos.


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